El aprendizaje en la infancia es fundamental para el crecimiento del niño, y educar jugando puede resultar de gran ayuda.
Usar el juego y sus posibilidades (como juguetes, libros, actividades, etc.) para dicho fin, potencian unos buenos resultados. Esto es porque el niño disfrutará de la experiencia, y, por tanto, podrá divertirse y aprender a la vez.
Es importante que los padres o tutores de los niños sean capaces de enseñar valores y modales. De modo que sean capaces de valorar la familia y la amistad, y respetar a otros niños. También intentar ayudarles a desarrollar la empatía y compañerismo, entre otras actitudes.
Pero educar jugando también puede ayudar a enseñar sobre otros aspectos, como puede ser el escolar. Haciendo del aprendizaje de temarios algo estimulante y alegre.
Educación en valores a través del juego
Si bien cada niño tiene su propia forma de ser, todos nutren su personalidad de su entorno, llegando a imitar comportamientos, manías, actitudes, etc. Por eso es importante hacerles entender la importancia de una correcta actitud, el respeto, y otros aspectos éticos y sociales.
Aspectos más importantes
Respeto: tratar a las personas dependiendo de la situación, el lugar y la relación que puedan tener de forma adecuada. Pero, a su vez, un trato correcto independientemente de cómo sea la otra persona, sin importar aspectos físicos, culturales o sexuales.
Gentileza: es muy importante inculcar valores como la gentileza para que el niño aprenda a ser agradecido y amable con el resto.
Conciencia medioambiental: hacerles comprender la importancia del cuidado del medio ambiente y el desarrollo de conductas ecológicas.
Responsabilidad: los niños deben entender que son responsables de sus actos y también tienen sus responsabilidades, como pueden ser los estudios.
Educación emocional: coger conciencia de sus emociones y la de la gente que le rodea, enseñándoles a desarrollar actitudes empáticas, mantener amistades, etc.
Sinceridad: comprender que reconocer errores no es algo malo, y que deben de ser honestos y decir la verdad.
Todas estas actitudes se pueden impartir y enseñar de una forma dinámica y entretenida, ayudándose del entorno de juego del niño. Lo cual es posible gracias a juguetes didácticos, juegos originales, etc.
Cuando los niños se divierten y a la vez aprenden, son capaces de implementar, de una mejor forma, comportamientos y conocimientos.
Ahora no todo depende de cómo se oriente el juego o la interacción con los juguetes.
En la actualidad, hay juguetes diseñados para fomentar dichas actitudes y con el fin de desempeñar unos objetivos claros. Un caso común son los juguetes diseñados para desarrollar la educación emocional. Incluso los muñecos o los peluches ayudan a generar estas conductas, ya que el niño o niña le prestará atención, lo cuidará, etc. E incluso pueden “darles de comer” o dormir con ellos, entre otros muchos ejemplos.
Aspectos educativos, el juego y los juguetes
Pero no solo con el juego y los juguetes se puede ayudar a desarrollar todo lo comentado anteriormente. También se puede fomentar con otros tipos de educación, como la salud o el ambiente escolar.
Se pueden realizar juegos que fomenten que el niño se acostumbre a buenos hábitos alimenticios o hacer deporte. Actualmente, ya hay juguetes relacionados con estos aspectos también. Incluso estimular sus sentidos y apoyar su desarrollo cognitivo, además del emocional, físico y social.
Además, potenciar su capacidad de aprendizaje de asignaturas escolares, es posible enfocando dichas lecciones de una forma más divertida. Complementando el estudio con actividades divertidas y juegos. Por ejemplo, aprender matemáticas interaccionando con juguetes, aprender idiomas con canciones, … O incluso simplemente recompensando el aprendizaje y esfuerzo estudiantil del niño con juegos por en medio.
Otras ventajas de educar jugando
Que la diversión y felicidad del niño se relacione directamente con su relación, no es solo saludable, sino que fortalece su vínculo familiar y social. Pudiendo hacer amigos de una forma más sencilla, crear lazos afectivos más sólidos con sus padres, hermanos o tíos, etc.

